Un poeta de la Conquista

Es la Conquista asunto y motivo de la escritura de Ospina, al punto de que en su poesía también está presente, como lo comprueba su extenso e intenso poema Lope de Aguirre y asimismo en la prosa ensayística de sus libros América mestiza y Las auroras de sangre, libro que convierte al autor en el mejor seguidor de la tradición de Juan de Castellanos. Si como dice Carlos Fuentes, en literatura no hay tradición sin creación que la renueve, ni creación sin tradición que la sustente, tenemos en la narrativa de Ospina el mejor ejemplo de magistral reelaboración de una obra magistral y descomunal: Elegías de varones ilustres de Indias.

El tercer volumen, La serpiente sin ojos, que llega esta semana a las librerías del país, es una novela con aparente protagonista único. ¿Cómo no va a serlo un terrible conquistador que domeñó en sucesivas guerras a cimarrones, muzos y tayronas, que persiste en emprender una expedición signada por malos augurios y condenada de antemano al fracaso? ¿Quién si no él, que se adentra en esa 'Serpiente sin ojos' en los puros restos de bergantines destrozados por la humedad y el gorgojo, en compañía de una soldadesca ebria de envidia y proclive a la traición?

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