Resultan sensiblemente más caros ya que requieren de un amplificador por transductor (por ejemplo, una pareja de altavoces de tres vías requiere seis amplificadores monofónicos en total, algo que apenas se ve compensado por el hecho de que no se requiere un amplificador estereofónico externo en el sistema). También es necesario tener en cuenta las fuentes de alimentación y, en los modelos digitales, los convertidores digital-analógico. Su precio sólo se justifica si se pretende la más alta calidad o, en aplicaciones profesionales, para muy altas potencias.
Si la amplificación está integrada, requieren un cable de alimentación. Si la amplificación (y, por tanto, los filtros) es externa también serán necesarios más cables: tantos pares como transductores. En cualquier caso existe un perjuicio estético por esta razón.
Para el caso de los altavoces activos analógicos con los amplificadores integrados en la caja del altavoz, la señal transmitida tiene una amplitud muy baja (niveles propios de la salida de un preamplificador y descritos típicamente en inglés como Line Level). Esto, que resulta una gran ventaja para la operación de los filtros, significa una desventaja en lo relativo a inmunidad, especialmente, si hay grandes distancias que cubrir en entornos muy cargados de dispositivos eléctricos (algo muy típico en aplicaciones profesionales como estudios de grabación). Sin embargo, esto es un inconveniente menor que se resuelve sin problemas empleando líneas denominadas en inglés Balanced Lines. Naturalmente, los digitales carecen de este inconveniente ya que son incluso más inmunes al ruido que los pasivos.
La mayoría de los Altavoces Activos pesan más kilogramos que los Pasivos. La mayoría cuenta con un cajón de plástico inyectado que sumado al peso del amplificador integrado, hace a este tipo de altavoces más difíciles de cargar.
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jueves, 11 de junio de 2009
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